Joker (2019): la historia de cómo se forja un villano

Joker: Tráiler

Antes de empezar nos gustaría advertir que esta reseña cinematográfica contiene SPOILERS.

Después de visionar el estreno de la película Joker, protagonizada por Joaquin Phoenix, lo primero que nos vemos obligados a decir es que se trata de una historia dura que muestra cómo el protagonista es vapuleado por la vida una y otra vez. De hecho, nada es más ilustrativo como ver que la película comienza con una brutal paliza que unos adolescentes propinan a Arthur Fleck en plena calle, después de haberle robado un letrero mientras hacía de payaso-anuncio.

En esencia hay que decir que Joker es ante todo un drama psicológico. Y lo de psicológico es fundamental para entender esta película, porque mucha gente piensa que por el mero hecho de que el protagonista es un payaso (fracasado, cabría matizar) es una película de risa. Francamente hay algunas situaciones tan perturbadoras que pueden producir cierta gracia, como el momento en el que trata de entrar por la puerta equivocada al hospital donde se encuentra su madre ingresada después de mantener una tensa conversación con unos policías. Pero ni mucho menos puede decirse que esta película sea graciosa, pese a que presenciamos cómo una parte del público, inexplicablemente, se partía de risa por momentos con esta historia tan oscura y delirante.

La película en sí misma nos narra la historia de Arthur Fleck, el personaje que se encuentra detrás de la figura del Joker o Guasón. Una historia en la que nos cuentan cómo una concatenación de acontecimientos dramáticos en la vida de este personaje desembocaron en la formación del Joker como tal. En lo que a esto se refiere es interesante ver cómo un conjunto de experiencias, cada una más negativa que la anterior, empujaron a una persona mentalmente trastornada, que había estado previamente encerrada en el manicomio de Arkham, a una situación extrema que le transformó en un payaso asesino.

La historia de Arthur Fleck es la de uno de los muchos individuos que la sociedad margina por ser como son, unos perturbados mentales, y a los que esta maltrata con la burla y el desprecio. Tal es así que el protagonista sabe que no está bien de la azotea, y es justamente el hecho de saber esto y que la gente espere que se comporte como una persona normal lo que le produce una enorme frustración que acumula con cada una de las injusticias que le sobrevienen en el trabajo con su jefe y compañeros, con la sociedad en general, con su madre, etc. A esto cabe añadir la pobreza material del propio personaje, viviendo en un apartamento de mala muerte con su madre enferma, y también su pobreza emocional derivada de la falta de afecto recibido. Cuando uno ve todo esto en la película comienza a pensar en los asesinatos en masa que se producen en EEUU como consecuencia de la rabia contenida por personajes que previamente habían sido maltratados por la sociedad, y que finalmente estallan de la manera más disruptiva que pueda imaginarse: cometiendo atrocidades en un instituto, una universidad, un centro comercial…

Pero la rabia que Arthur Fleck acumula a lo largo de toda la película como consecuencia de sus constantes fracasos, de su infelicidad crónica, y de cómo es tratado por todos los que le rodean, no es exclusiva de este. La tensión es algo que se palpa en el ambiente, y que la asistenta social del ayuntamiento de Gotham se encarga de verbalizar en una de sus entrevistas con el protagonista. Esto conecta con una de las subtramas de la película que ayuda a empujar los acontecimientos hacia el clímax final.

Nos referimos concretamente al momento en el que Arthur Fleck tirotea a tres empleados del magnate Wayne, los cuales son vistos por una parte de la población como los representantes del grupo de privilegiados, quienes se creen con derecho a hacer lo que quieran con quien quieran. De un modo completamente inesperado este hecho desencadena la formación de un movimiento de masas en el que se produce una polarización social entre el grupo de ricos de la ciudad por un lado, y el resto de la población que simpatiza con el payaso asesino al considerarlo una suerte de justiciero. En este punto no podemos pasar por alto ciertos paralelismos con la película de Martin Scorsese Taxi Driver, y que se hacen muy evidentes en el gesto que la vecina de Fleck hace en una secuencia en el ascensor y que, más adelante, el propio Fleck repite en varias ocasiones. Pero esto, como decimos, tan sólo es un paralelismo.

La película de Joker pone sobre la mesa una cuestión que normalmente es ignorada, y es el trasfondo de las personas que se convierten en asesinos. Es decir, la trayectoria vital, las experiencias, etc., que han influido en estas personas hasta el punto de crear las condiciones favorables para convertirse en unos asesinos despiadados. En este caso en un payaso asesino carente de escrúpulos. La rabia e ira acumulada se traduce en violencia contra quienes son considerados responsables de los propios males. En el caso de Fleck lo vemos claramente cuando apuñala brutalmente a un ex-compañero de trabajo hasta matarle, o cuando asesina en vivo y en directo al famoso presentador de un programa de humor de televisión interpretado por Robert De Niro.

Una de las conclusiones a las que conduce la película es que la sociedad crea sus propios monstruos, y estos tarde o temprano se vengan de esa misma sociedad que los creó. Todo esto conecta bastante bien con la problemática que se vive en Estados Unidos, y que ha servido para crear controversia en torno a este largometraje debido a que los familiares de víctimas de tiroteos afirmaron que ensalza e incita la violencia, y presionaron para que no fuera proyectada en las salas de cine. Todo esto siete años después de la matanza que se produjo en un cine con motivo del estreno en Aurora, una localidad de Colorado, de The Dark Knight Rises.

Pero después de haber visionado la película lo que nos encontramos es con un protagonista mentalmente perturbado que pasa de desquitarse con una bolsa de basura en medio de un callejón, a asesinar a aquellas personas que considera que son culpables de su dolor e infelicidad. No hay una exaltación de la violencia, sino más bien un enfoque comprehensivo de la misma a través de las experiencias de Fleck al desarrollarse esta por medio de su trastorno mental, lo que tiene como resultado fatal una concatenación de asesinatos de lo más bizarros. Se trata, entonces, de la consecuencia lógica de una sociedad que ha abandonado a estos individuos (recordar que el propio Fleck había sido un niño abandonado) que han devenido en monstruos, y que en esta película, además, han llegado a canalizar la rabia de una sociedad crecientemente enajenada con la cristalización de movimiento de masas contra los grupos privilegiados.

El Joker es el retrato hiperbólico de un hombre cabreado con la sociedad en la que vive y de la que, nunca mejor dicho, sólo ha recibido palos. Y al mismo tiempo es una metonimia de la locura social producto de la rabia contenida en muchos individuos con una suerte semejante a la del Joker, tremendamente descontentos con el sistema que les gobierna. Así es como son combinados diferentes conflictos personales, interpersonales e intrapersonales que se superponen los unos a los otros, y que plantean problemas morales y sociales de diferente naturaleza. Ahí están los recortes presupuestarios, las elecciones a la alcaldía a las que se presenta un rico millonario, la apatía y desidia sociales, y en medio de todo esto un trastornado mental que es en gran parte producto de todos estos conflictos y que finalmente estalla en una espiral de venganza repleta de violencia.

Todos los ingredientes antes desgranados hacen que el Joker sea una película cruel, perturbadora y triste que perfila con nitidez los mimbres con los que se forjó un villano. Lo que, dicho sea de paso, no está exento de una gran paradoja que es la de comprobar cómo este trastornado mental es encumbrado por la masa social a la condición de héroe, que es justamente lo contrario de lo que realmente representa. La combinación de energía tanto visual como sonora que es puesta en escena en este largometraje potencian una historia llena de dramatismo en la que no hay ni un sólo acontecimiento o ambiente fuera de lo realista. Su visionado es totalmente recomendable tanto por su fuerza narrativa como por la llamada a la reflexión a la que invita gracias a la complejidad de la historia y de su protagonista.

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